El corazón late lento. ¡Qué mentira he dicho de pocas veces no poder conciliar el sueño! Eme aquí pensando, buscando, creyendo...

Si la vida fuese de pequeños saludos una y otra vez, como un déjà vu constante y cíclico... hoy esperaría amarrar pulseras de ojitos como nunca mis torpes dedos han podido haber hecho mejor.

¡Qué ganas! Qué pendenciero y temerario se puede empezar a ser. ¡Qué ido, lerdo y desorientado queda uno luego de tanta cosa en el alma que uno piensa que no merece, piensa que es efímera, piensa que la necesita millón ahora.

Declararé incompatibilidad, declararé que mis políticas se enraízan en tierras suaves que vuelven un solar y un edén entre instantes y otros. Descalificado y con una tristeza entre tanta alegría... ¿es la violencia del silencio que en menos de un segundo tengo? ¿es la alegría desbordada dentro y contenida afuera?