Las dejé afuera. Con leche tibia y pedacitos de sardina apretujada de la latica roja. Las amo. Uno ve crecer simultaneamente la vida junto a ella y la ausencia que les depara presentarse de gatas y no de humanitos.

Todo puede pasar un día cualquiera como que ellas se levanten y te saque un bulto gigante de comida "para humano" con presas que te disgustan. - ¿Será que les gusta lo que les dejé tirado en esos platicos? - me preguntaba. - Se olvidaron de seguirme - me recriminaba después con tranquilidad, al ver que se quedaron siempre en su sabio instinto y no en las jugarretas de un no fiestero.

A veces los oídos se tapan con el interior, no por las frecuencias que vienen de afuera. Se han tapado y recurro a la sordez con letras. Como zambapalos recriminatorios de aún estar de pié, y más aun las circunstancias, la pereza, el olvido y las cerezas de unos labios conocidos.

Cuadritos negros, fogaje de 36, ventisca de 20. Seseos Ceceos... puf.