El inventario del adiós:
Mis miedos, mis pesadillas.
Rendir conlleva perder,
y del alma ganada, todo ya es libre.
Un cohete venido de antes,
al agujero de los siempre entonces,
a dimensiones que serán vividas,
Morí varias veces,
siendo importante lo que en ese momento hacía,
escribía mensajes de metal,
que ni el oxígeno corroía.
Todo construí con lo mejor de mí,
todo en lo planeado, en lo significado y mutilado
la vida estaba, está.
Pero en la concentración los serenos pierden
y aunque lleven te quiero y linduras,
la vida muestra músicas y partituras.
Ganas crecientes truncadas
explotadas en la bifurcación de lo sencillo,
¡No se vale lastimar!
No hay razón para haber mentido.
Y de eso menos mal, bien pude
hasta hoy que vengo y mis letras no contuve,
siempre las cosas buenas quedarán
pero no se puede sentir igual.
Sólo sonrisas para estar bien,
otras mucho esfuerzo y valentía,
vi mi vida rodar, saltar,
no pude de fe ni de mentira.
Salvo la caja y los recuerdos,
nada cambia, sólo el contexto,
tengo que cuidar lo que bueno queda,
pinturas, cartón y un cuaderno...
para anotar los caminos al sol nuevos
inmortalizando lo aprendido,
amando que haya sido tan bien,
respirando la belleza del gesto,
los refugios compartidos,
y los planes de crecer inverso.