No pude preguntar si el abismo de tiempo que se ama con el abismo de distancia se burlaría de mi haciendo una ménagè a trois con el abismo de la zozobra.
Corrí, como ahora corro adentro entre Un gran río de fango.
Juro que bajo la primera lluvia de este año amaba las gotas que golpeaban verticalmente mi cuerpo y mi rostro, camuflaban la oscuridad de afuera, la oscuridad de adentro.


Era un día mojado.
Divagué entre mis dedos, antes de pensarlo más, las rueditas, los botones y la luz, dios, congelar aquel momento. Todo mutaba y lloraba. Otros tantos saltaban y se equilibraban en la cuerda como intentando hacer un espectáculo circense bajo los ases de luz que no perneaban en sus lamentos.


Era un día tierno.
Donde el ayer perecía, gemía y susurraba. ¡Cuánto podría hacer si estuviera aquí tu piel!. Tocaría, con sólo un dedo la punta de uno de los tuyos para callar más. Haría galerías con los momentos que no podría tocar. Podría pasar hasta el infierno con los ojos cerrados sonriendo, al cabo de más, ¡No tengo nada! ¡No tengo más que perder que esperar! Eco de Ben.