Las casas tienen vida, las puertas, los ruidos, las luces de ellas.
Nada es suficientemente grande.
Todo se detiene cuando los recuerdos empiezan a tropezar en la cabeza.
La vida te lleva al pantano donde los niños jamás quisieron estar.

Una cama es el olvido.
Un tiempo es la eternidad.
El fuego quema lo que se intenta construir;
alimento, ganas, felicidad.

Los besos en las mejillas son de sal,
La habitación es demasiado grande como para huir de ella
Todo da vuelta en la cabeza, los fantasmas empujan y golpean
No quisiera haber estado allí...
O lo quisiera mil, pero no así.

¿Se puede ser fuerte?
¿Se puede animar?
¡Qué es todo lo que se necesita!
...!

Los pantanos de los ojos dejan caer niños de cristal
que recorren largas mejillas en silencio evitando,
como sea que se pueda,
no hablar más.