Otra vez lo mismo, salgo de todos los círculos viciosos al instante que entro en todos los mismos círculos angustiosos de siempre.

¿Qué hace bajar los ánimos? ¿Qué te da escalofríos? ¿Encierro de cuatro paredes, un mensaje de respuesta que no te llegó, amigos de ausencias, de comillas y de no sés..., todo junto? ¿Ocasiones frívolas y estúpidas que rebajan el esfuerzo diario del amor a un siempre día?. ¡Cuánto quisiera saber!... no puedo, me angustia.

Camino en recuerdos fugaces. Voy viendo a lado y lado actuaciones destructivas y sinceras. Me detengo en uno gigante que me paraliza los dedos, me nubla la vista y con un sonido constante arma un collage sencillo: Siempre Estoy. Me niego, pienso, preferiría refugiarme en huidas para saber que se siente dejar de preocuparme... y no, termino abriendo los ojos de nuevo al Siempre Estoy. A recordar que nada es tan ocupante, tan importante, ni tan eclipsante que me haga huir. Termino estando, respondiendo apenas puedo a los llamados de la vida, así sea temeroso, angustiado y errático.

No lo diré con más palabras enredadas o rebuscadas. La Angustia que tengo es por estar siempre allí para todos. No saber cómo escapar aunque me lastimen... aunque no me respondan en un gesto igual... aunque no estén para mí... aunque me hayan rechazado... aunque no le den importancia a los mismos detalles... aunque queden tantos hilos en el aire que buscando volver a unirlos me enrede y sangre.

Supongo que eso es la angustia. Porque saber que a pocas horas comenzará uno de los días más importantes, estoy acá escribiendo esto... que se acumulará y fosilizará como tantas otras cosas, muchas bonitas que he regalado a... a todos, hasta al viento porque a veces no alcanzan a llegar; escribiendo esto que me ayuda y desahoga cuando todo lo demás de atemoriza, hablar, decir...

Espero recordar también esto en el camino como algo no estúpido, quizá tonto o apresurado, pero no estúpido ni poco importante, como termino haciendo con otras cosas que me recuerdan los bajones que me he dado y que de a ratos desprecio.


Aunque al final, y cual tontería mayor, James Dean termina en una fotografía describiendo los sentimientos que me embargan.