Estoy en la ausencia,
con el frío de un piano andante,
que se escucha a oídos cerrados,
y que se ve con ojos perdidos.

Sangra verde y negro,
mientras lee mensajes en el aire,
el corazón de decisiones tercas
de valores rotos, de sencillas penas.

Los dedos hielan a la par del pecho,
respirar cuesta, aunque no menos que parar,
entre giros de negación,
los incontrolados movimientos del resto del cuerpo.

El frío de abstener y rechazar,
el frío de soportar y soltar,
es el frío distinto a querer seguir
a machacar y pensar en resarcir.

Cinco fotos en negro,
electricidad blanca y cian,
se mezclan en cuatro paredes pequeñas
de olores cercanos, de ayeres lejanos.

Las notas no vuelan por el frío. ¡Oh sí, no lo hacen...!
estancadas una sobre otra notan las que faltan
y entre notar y dejar notar
se resbalan a las piedras y aguas del abandono.

Entre este frío no hay emociones,
ni tapujos ni palabritas,
ganas a veces que se dejan llevar,
pero que como todo... como todo,
se estancan y se congelan.