Introducción
La paz es amor. Todo ciclo debe bien cerrarse, debe tachar las cosas que no fueron, resaltar las importantes, bien conservarlas pero no esperar más de ellas.
Mis afectos fueron grises, no porque nada es negro o blanco, sino porque se decoloraron. Hoy ellos fueron fosilizados en el blanco paz, en un blanco de tranquilidad.
Y es que teniéndolos ya en blanco, son la base para construir sobre ellos los más importantes, los más sólidos, por los que más que valer la pena ser feliz, vale la pena darles hasta las dificultades, los sacrificios. Porque nada es fácil, hay que lucharlo, no menguar, no huir, no desaparecer, no apartar, no desechar.
La madurez de fosilizar en blanco lo que dolió, significó e importó no es fácil. Pero el bienestar es la luz que guía. Es un agradecimiento a uno mismo por entenderse como el único por quien vale la pena luchar, para empezar a luchar por los demás (no es cliché ni frase de cajón).
El Afecto Gris fue una cadena de querer, hacer doler, dolerme, creer querer... el Afecto de Colores que nacerá de fosilizar en blanco esos sentimientos será la intensión que vale. Habrá afectos verdes, amarillos, negros, rojos, hasta de nuevo grises, con el nuevo significado de ser los cientos de miles de pasos que hay entre dos colores, no entre la palidez de otros.
Fosilizando, las cosas se conservan mucho, uno puede hasta volverlas a ver y analizar de una mejor manera. Uno nunca quiere dejar de valorar lo que ha llegado a ser importante. Las cosas hay que cuidarlas. Fosilizarlas es una buena manera, quizá el verbo bonito que me haya inventado (no son mis palabras el que sea bonito), pero el que engloba recordar, extrañar, volver y todos los demás en algo más elevado, poniéndolos en un supraestado de no afectación.
Hoy, el último domingo de este mes, tengo la fascinación de sentir la libertad, la valentía y la templanza de nuevo. Quiero algunas cosas, deseo millones, todo empieza de ceros y ya nada está para perder. Cuando se ama no se pierde. Yo amo. Todo hay que amarlo, hay que reescribir lo que se ama, que las cosas sencillas, infantiles y tiernas vuelvan, ya lo hacen, ya dan tranquilidad. Ya hay amor... ya hay paz.
Y es que teniéndolos ya en blanco, son la base para construir sobre ellos los más importantes, los más sólidos, por los que más que valer la pena ser feliz, vale la pena darles hasta las dificultades, los sacrificios. Porque nada es fácil, hay que lucharlo, no menguar, no huir, no desaparecer, no apartar, no desechar.
La madurez de fosilizar en blanco lo que dolió, significó e importó no es fácil. Pero el bienestar es la luz que guía. Es un agradecimiento a uno mismo por entenderse como el único por quien vale la pena luchar, para empezar a luchar por los demás (no es cliché ni frase de cajón).
El Afecto Gris fue una cadena de querer, hacer doler, dolerme, creer querer... el Afecto de Colores que nacerá de fosilizar en blanco esos sentimientos será la intensión que vale. Habrá afectos verdes, amarillos, negros, rojos, hasta de nuevo grises, con el nuevo significado de ser los cientos de miles de pasos que hay entre dos colores, no entre la palidez de otros.
Fosilizando, las cosas se conservan mucho, uno puede hasta volverlas a ver y analizar de una mejor manera. Uno nunca quiere dejar de valorar lo que ha llegado a ser importante. Las cosas hay que cuidarlas. Fosilizarlas es una buena manera, quizá el verbo bonito que me haya inventado (no son mis palabras el que sea bonito), pero el que engloba recordar, extrañar, volver y todos los demás en algo más elevado, poniéndolos en un supraestado de no afectación.
Hoy, el último domingo de este mes, tengo la fascinación de sentir la libertad, la valentía y la templanza de nuevo. Quiero algunas cosas, deseo millones, todo empieza de ceros y ya nada está para perder. Cuando se ama no se pierde. Yo amo. Todo hay que amarlo, hay que reescribir lo que se ama, que las cosas sencillas, infantiles y tiernas vuelvan, ya lo hacen, ya dan tranquilidad. Ya hay amor... ya hay paz.