Muere mientras el frío de un invierno inventado llega hasta los huesos,
Como la admiración se parcializa y sucumbe al mío desmedido,
Como las perlas que se quiebran al salir de su celda de nacar,
Como la goma de una llanta que derrapa incesante bajo la pista de la crueldad.

No es cómo me encierre a ver morir,
es que el remedio no es tu historia, frágil e ingenua
ni mi vida, sucia y sincera...
es la que sin presiones, nuestra, debería germinar sola.

Los antes, los entonces y tu veras,
los me oyes, me gustas, éstas?...
embalijados entre cartones
golpeándose con las respuestas que intentaron no fallar.

Muere como las luces de la ciudad ante la tormenta.
Muere ahogado aunque esté a la orilla del mar.
Los te quiero persiguen, crueles, los silencios...
encontrando sórdidos, la sonrisa al marchar.