No importa que alegre estés, que música estés escuchando, con quién estés charlando o que puedas ir haciendo... ver desde un Bus a un perrito corriendo en la acera de una ancha carretera, bajo un inclemente sol, lentamente siguiendo a un señor que vende jugos en su carrito con la lengua afuera, tratando de seguirlo el ritmo aunque este finalmente le deje botado en un solitario paradero de buses...
O ver desde la acera de la calle en pleno centro de la ciudad una venta de "mascotas", un perrito negro y otro dálmata en una celda de metal pequeña y angosta esperando ser llevados de allí por alguien...
... esas cosas... parten el alma, me duelen, las siento como propias, me llenan de impotencia y me rabia.
No ayudar a un perro callejero, empezando porque ninguno, después de tantos siglos de domesticación y de crecimiento mutuo con los humanos, debería ir por la calle sin un hogar, en una necesidad que entendemos como es la sed, es cruel... Traficar animales, tenerles en condiciones en condiciones deplorables, venderles como cualquier mercancía, aún más.
No lloro por bobadas, pero sí por estas cosas, llega un momento en que no valen excusas mentales, este mundo no está bien, está enfermo, no necesitas más humanos... no más como ustedes que botan basuras a la calle (hoy una bonita muchachita se denigró a mugre terrestre tirando un envase plástico y un niño de mamá se denigró a culicagado mal educado haciendo lo mismo con una bolsa "de" agua), como ustedes que piden otra "bolsa" para llevar algo de la tienda, como ustedes que se emocionan con unos zapatos de cuero, como ustedes que aman comer huevos de iguana, como ustedes que piensan que este mundo es un regalo que hay que "sacarle el jugo" porque les darán, por buena fe, otro, como ustedes que piensan que el jardín se ve mejor con una palmera en vez de un palo de mango que oculte de paso la fachada y como ustedes, frívolos, que van de paseo al mar y llevan botellitas plásticas.
La conciencia se limpia con un trago de alcohol, con una confesión, con un programa de tv, con una oración, una reflexión maquiavelica o con un "barrendita" de la empresa del aseo, pero cada acto en la conciencia de la tierra será la causa final para empezar a dejar de llorar por bobadas.
Les dejo uno de los lugares más bonitos camino a Barranquilla desde mi pueblo, al que hace un par de semanas vi ya rodeado con bolsas de basura:
O ver desde la acera de la calle en pleno centro de la ciudad una venta de "mascotas", un perrito negro y otro dálmata en una celda de metal pequeña y angosta esperando ser llevados de allí por alguien...
... esas cosas... parten el alma, me duelen, las siento como propias, me llenan de impotencia y me rabia.
No ayudar a un perro callejero, empezando porque ninguno, después de tantos siglos de domesticación y de crecimiento mutuo con los humanos, debería ir por la calle sin un hogar, en una necesidad que entendemos como es la sed, es cruel... Traficar animales, tenerles en condiciones en condiciones deplorables, venderles como cualquier mercancía, aún más.
No lloro por bobadas, pero sí por estas cosas, llega un momento en que no valen excusas mentales, este mundo no está bien, está enfermo, no necesitas más humanos... no más como ustedes que botan basuras a la calle (hoy una bonita muchachita se denigró a mugre terrestre tirando un envase plástico y un niño de mamá se denigró a culicagado mal educado haciendo lo mismo con una bolsa "de" agua), como ustedes que piden otra "bolsa" para llevar algo de la tienda, como ustedes que se emocionan con unos zapatos de cuero, como ustedes que aman comer huevos de iguana, como ustedes que piensan que este mundo es un regalo que hay que "sacarle el jugo" porque les darán, por buena fe, otro, como ustedes que piensan que el jardín se ve mejor con una palmera en vez de un palo de mango que oculte de paso la fachada y como ustedes, frívolos, que van de paseo al mar y llevan botellitas plásticas.
La conciencia se limpia con un trago de alcohol, con una confesión, con un programa de tv, con una oración, una reflexión maquiavelica o con un "barrendita" de la empresa del aseo, pero cada acto en la conciencia de la tierra será la causa final para empezar a dejar de llorar por bobadas.
Les dejo uno de los lugares más bonitos camino a Barranquilla desde mi pueblo, al que hace un par de semanas vi ya rodeado con bolsas de basura: