Cualquier día puede agarrarte de repente una dosis de felicidad por parte de un desconocido que ni siquiera te recuerde su nombre...
Hoy fue ese día para mí. Mientras comía un crêpe sin dulce y sin carnes un señor se acercó con una libretica de papel periódico y un lapiz sin pronunciar una palabra. Me insinuó con algunos gestos a mirar una tarjetica que llevaba en la otra mano, decía escriba su nombre, o algo así (estoy seguro que mi memoria me falla...). Lo hice, y se fue hacia otra mesa del sitio (muy callejero si no es por la carpa de exteriores), dónde no vi que se disponía a hacer, sólo eché a mirar las bebidas por la sed que me causaba la comida...
A los minutos una chica con su pareja se levantaban de otra mesa. Había notado lo encariñado que estaban y que el señor se les había acercado antes que a mí. Al pasar frente a mis ojos noté que ella llevaba un dibujo, de inmediato pensé que aquel nombre que aparecía antes que el mío en la libretica debía ser de ella.
Sin más, gire hacia donde el señor y vi como acababa mi dibujo... sin más enseguida saqué las dos monedas de mayor denominación que tenía en mi bolsillo, se las dí mientras lo acababa y al ver lo bonito que había quedado sólo lancé un wow mientras se confundía con la sonrisa de agradecimiento del señor.
Le dije con gestos, no sabía si tampoco escuchaba, que hiciera su firma. Se sentó y desde la esquina del dibujo hizo la fecha con muy bonitas letras, pero no su firma. Le insistí pero hizo negaciones con la cabeza... en seguida se marchó... no me quedaron sino unas ganas de haberle pagado más y una sensación de felicidad inmensa...
Esas cosas sencillas, como que te hagan un dibujito (o un adornito a tu nombre como fue este caso) son las que más valor tienen en la vida y las que merecen ser recordadas.
Sin más, les dejo el trabajo de ese señor sin nombre, que me dio una gran felicidad y una buena historia para contar:
Hoy fue ese día para mí. Mientras comía un crêpe sin dulce y sin carnes un señor se acercó con una libretica de papel periódico y un lapiz sin pronunciar una palabra. Me insinuó con algunos gestos a mirar una tarjetica que llevaba en la otra mano, decía escriba su nombre, o algo así (estoy seguro que mi memoria me falla...). Lo hice, y se fue hacia otra mesa del sitio (muy callejero si no es por la carpa de exteriores), dónde no vi que se disponía a hacer, sólo eché a mirar las bebidas por la sed que me causaba la comida...
A los minutos una chica con su pareja se levantaban de otra mesa. Había notado lo encariñado que estaban y que el señor se les había acercado antes que a mí. Al pasar frente a mis ojos noté que ella llevaba un dibujo, de inmediato pensé que aquel nombre que aparecía antes que el mío en la libretica debía ser de ella.
Sin más, gire hacia donde el señor y vi como acababa mi dibujo... sin más enseguida saqué las dos monedas de mayor denominación que tenía en mi bolsillo, se las dí mientras lo acababa y al ver lo bonito que había quedado sólo lancé un wow mientras se confundía con la sonrisa de agradecimiento del señor.
Le dije con gestos, no sabía si tampoco escuchaba, que hiciera su firma. Se sentó y desde la esquina del dibujo hizo la fecha con muy bonitas letras, pero no su firma. Le insistí pero hizo negaciones con la cabeza... en seguida se marchó... no me quedaron sino unas ganas de haberle pagado más y una sensación de felicidad inmensa...
Esas cosas sencillas, como que te hagan un dibujito (o un adornito a tu nombre como fue este caso) son las que más valor tienen en la vida y las que merecen ser recordadas.
Sin más, les dejo el trabajo de ese señor sin nombre, que me dio una gran felicidad y una buena historia para contar:

