Parte dos de no me gusta arreglar la cama. Y, más que hablar sobre mi dificultad de ver bien organizado el lugar donde duermo, escribo algunas notas de las cosas que no me dejan dormir.
Hoy, quizás no es una trascendental, pero ninguna razón es menos importante mientras te haga trasnochar.
Y hasta es una locura describirla como razón, por ello no lanzare una premisa o una frase que la condense, no. Así no es, así no basta.
Hay algo que creo, y más bien me temo, está mal en mi... Sí, pero no esas cosas que sólo te afectan a ti, no... Esas cosas que te hacen estrellarte con quienes empiezas a conocer, con los que conoces desde hace siglos o con los que no has conocido.
La causa no es tan importante como lo que ha costado. Hoy, quizás algo que podría recordar con anhelos. Mañana quién sabe... Las consecuencias de los silencios son tan duras como las consecuencias de las estupideces.
'Tranqui' me puedo decir en autoconsuelo, pero las hordas de caballos corriendo por mi mente pensando qué hice, en qué fallo, qué tengo, no dan lugar a palabritas bonitas.
Ahorita lo que sé es que es menos dañino no pensar. Imaginar un mundo paralelo en el que las cosas funcionen no ayuda. Estimula a efímeras alegrías, a incipientes deseos... Pero hasta allí. La realidad no se puede negar. Y tener la mente en off parece una salida menos jodida.
Ya las ganas de seguir escribiendo están acabando. Lo que no dije no importa. Lo que dije menos. El trasfondo del asunto sí, y como eso es lo que me preocupa, aquí concluyo.
Enjoy the silence. Bye.