...porque así se disfruta más la vida,

pasando de las cosas más simples a la más complejas, como si entrar en un mundo totalmente distinto a lo conocido se tratase, en el que vivir el momento implica sumergirse en fantasías, esperanzas, pensamientos entrecortados... se reduce a gestos erráticos, desviados, atrevidos... a sonrisas, susurros, descargas eléctricas en la piel, caricias, miradas...

Te lleva a arriesgar el tiempo, separar el espacio y temer a lo conocido, destruir moralismos, paradigmas y amarrar nuevas ideas.

Las barreras no parecen existir, todo es inmenso, todo es libre... las renuncias provocan alucinaciones, es como ir en una colina de bajada y sin frenos.

En ese mundo donde siempre hay una única excepción, donde sin pensarlo más todo se confabula para la felicidad, un atardecer, un arcoíris, una lluvia apacible, una flor otoñal... un tren sin fin, un camino empedrado al lado del mar... miles de canciones que delinean los sentimientos, poemas que explotan los vacíos del alma...

Sin pensar...porque permite aferrarse a cada segundo, como si de escuchar canciones del amor se tratase.