Con gran emoción llegue a la librería, todo estaba acondicionado para que encontrara lo que no sabía que iba a comprar, por lo que, aunque todo estuviera bien organizado, las vueltas de qué comprar me confundían y agobiaban.

La sección de Novedades fue la primera en ver, y aunque el nuevo libro de Dawkins me llamaba full la atención, la cifra se me salía de las manos... National Geographic tenia unos títulos en sus revistan muy buenos, menos mal una asequible está ahora en mi estante de libros como guía básica pa' aprender más del mal llamado Eslabón Perdido...

La sección de niños, con todos esos libros ilustrados, interactivos, de grandes monstruos y aventuras me deslumbró, pero en la sección de al lado, la atracción por las tiras de Quino me permitió olvidarles por un momento.

Con dos publicaciones en mis manos mi sed de lectura se acrecentó, y el humor fino de Daniel Samper Pizano y el sugestivo título de Viagra, Chats y otras Pendejadas... me hicieron ir a la caja de inmediato.

Ya pensando en salir al sol currambero me encontré divagando por secciones de Música, Antropología y Derecho, detrás de la última estaba "Espiritualidad"... si, la misma sección contraria a la del primer libro que me llamo la atención.

Quería un libro atrevido, irreverente y poco conocido que generará eco a mis nacientes ideas, y a menos de 30 cm de varias biblias en esa misma sección lo vi, uno llamado "Probablemente dios no existe, deja de preocuparte y disfruta la vida". Fue ese, y quizás sus vecinos también, toda una sección anticristiana, atea, agnóstica, orientalista, pacífica de verdad, entre-mezclada allí...

Fue genial, a la larga para los que iban por un libro de ángeles era obligatorio el toparse con uno que se titulaba ¿Dios no existe?... Como el mancito que tenía dos biblias "comprimidas" (que nunca compró) de al lado que me miraba esquivo mientras iba a la caja por el último libro de la tarde más reconfortante de los últimos días... tarde de libros.

Con los permisos de antemano, y esperando no recibir reclamos de los autores, me permito compartirles un pedazo del Prólogo de ese libro:

"La existencia o la inexistencia de Dios sería "probablemente" -parafraseando el título del libro que nos ocupa, y de la campaña a la que debe su origen, o que, cuan menos, lo ha inspirado- es un hecho banal si quedase relegada al mero debate intelectual, pero la influencia que la idea de dios ha ejercido y sigue aún hoy ejerciendo sobre los seres humanos va mucho más allá del ámbito de la especulación, ya que afecta no sólo a su visión particular del mundo, sino que condiciona también su forma de actuar en él.

Nuestra posición personal sobre la idea de dios influye inexorablemente sobre nuestra forma de enternder la realidad, condiciona nuestras expectativas, nuestros intereses, nuestros sentimientos, incide sobre nuestras relaciones personales y, por añadidura, acaba determinando nuestra idea de cómo debemos organizar la sociedad. Dios se convierte así en una pieza esencial de todo sistema ideológico.

Dios permite a los hombres afirmar, defender, reclamar o justificar aquello que, sospechosamente se adecua mejor a los intereses de cada época y de cada grupo humano. Dios siempre aparece como coartada. Sólo eso explica que sea enarbolado como bandera para justificar tantas acciones injustificables. Pero ante esta evidencia siempre surgen voces exculpatorias alegando que esas cuitas no son obra de Dios, sino de los hombres, porque Dios sólo es... "Amor". Sin embargo, rara vez explican por qué esta versión de dios debería prevalecer sobre las anteriores, pues todas ellas responden a intereses plenamente identificables.

Así, me parece prudente dedicar una vez más una pequeña parte de nuestro tiempo a reflexionar serena y pausadamente sobre el origen de nuestras convicciones más profundas. Por qué pensamos lo que pensamos y qué fundamentos existen para ello. En estos asuntos es fácil dejarse llevar por la opinión del entorno, por mimetismo, por la emoción. Es fácil y cómodo. Es incluso comprensible. Pero las consecuencias deberían animarnos a realizar el esfuerzo de formar nuestra propia opinión con responsabilidad, porque de ello dependen innumerables asuntos de una importancia extrema...." ("Probablemente dios no existe, deja de preocuparte y disfruta la vida", Gabriel García Voltà y Joan Carles Marset, Planeta, 2010)