Exhibiciones Religiosas
Actos para aplacar a dioses imaginarios
Las exhibiciones religiosas -que no son lo mismo que las creencias religiosas- son actos de sumisión hechos en honor de figuras dominantes llamados dioses. Estos actos adoptan formas de descenso del cuerpo, como arrodillarse, hacer reverencias, cánticos y ritos de autohumillación, ofrecimiento de regalos a los dioses y promesas de entrega personal.
El objetivo de estos actos es aplacar a seres todopoderosos para obtener sus favores y evitar sus castigos. Es lo mismo que los humanos hacen a menudo respecto a otros humanos más importantes. Pero lo que distingue los actos que estudiamos ahora es que se realizan hacia una importante figura o figuras, que no están nunca presentes físicamente, sino que se representan por imágenes y otros símbolos, y que operan a través de unos intermediarios llamados hombres santos o sacerdotes.
Estos intermediarios procuran mantener entre los fieles la obediencia a estas figuras gigantes y para ello tienen varias fórmulas:
1.º) Insisten en el aislamiento social de los fieles de otras religiones, una presión que va desde un moderado intento de desaprobación al desprecio y la ira, y más tarde, a las persecuciones a las que han llegado casi todas las religiones, aunque oficialmente predicasen tolerancia; es parte de su mecanismo cultural, que exige a los fieles de una religión se separen de los que siguen otra. De ahí las distintas sectas.
2.º) Amenazan a los que se separen de su obediencia con castigos divinos. En el pasado, cualquier acontecimiento natural, como inundaciones, terremotos, peste, carestía, se explicaba por el alejamiento de los devotos de sus obligaciones. Eran coincidencias explotadas para avivar la superstición de los fieles.
3.º) Inventan una vida futura en la cual los subordinados que les creen encontrarán su premio y los que no lo hicieren su castigo eterno. Esta creencia tiene miles de años y ha llegado a nuestros días.
Es curioso que gente inteligente en otras esferas de la vida se haya sometido a estos temores en culturas diferentes y épocas muy distintas. Los factores que les obligaron a esta postura tan poco intelectual son varios. El primero, y quizá más importante, es la adquisición por parte de nuestros primeros antepasados del sentido del tiempo. Otras especies se comunican sus sensaciones del presente, pero no pueden prever el futuro; el hombre sí se da cuenta de su mortalidad y la encuentra intolerable. Cualquier animal intenta protegerse ante un enemigo más fuerte: huye, se esconde, lucha o empleas sistemas más sofisticados como fingir estar muertos o emitir líquidos malolientes. Son respuesta inmediata a un inmediato peligro de perder la vida; pero el hombre piensa en su muerte, la convierte automáticamente en inmediata y su defensa ante esa horrible perspectiva es, simplemente, negarla. Tiene, naturalmente, que aceptar que su cuerpo morirá y se corromperá, porque la evidencia es demasiado clara a su alrededor, de forma que resuelve el problema inventando un alma inmortal que siendo tan "él" como su cuerpo, le sobrevivirá, consiguiendo así triunfar sobre la muerte.
Ésta seguridad da a los sacerdotes una espléndida base de acción. Todo lo que tienen que hacer es recordar a los fieles constantemente su mortalidad, y convencerles de que su vida futura depende exclusivamente de los dioses que ellos representan. La obsesión autoprotectora de los devotos hará el resto.
Segundo, los "hombres de Dios" tiene otra ayuda en la neotenia humana. La neotenia es una condición biológica que se encuentra en ciertas especies en las que el adulto, con los años, se vuelve juvenil. El hombre viejo, en cierta manera, es como un chimpacé con neotenia, porque se parece más al chimpancé joven que al viejo. Este, al llegar a cierta edad, deja de jugar, el hombre nunca.
De la misma manera, los perros pueden ser considerados lobos con neotenia. Al hombre, le gusta que su más fiel acompañante sea juguetón y así ha creado perros que lo son incluso en su edad adulta, saltando y divirtiéndose alrededor de su amo, mientras que los lobos dejan de jugar en cuanto se hacen grandes.
La infantilidad del perro tiene otra ventaja para el hombre, y es que sigue considerándole como la figura de padre; aunque se aparee y críe como un animal adulto y desarrollado, seguirá sujeto a la figura de su dueño y señor, a quien considera sencillamente un Dios. Sin dejar de ser lo suficientemente mayor para guardar responsablemente una casa, es juguetón cuando le apetece al dueño, al que considera alguien cuyas órdenes no se discuten. ¿Qué más puede pedir el hombre? ¡Por eso le concedió el título tan repedido de "mejor amigo"!
La evolución del hombre como primate neoténico le coloca en una posición parecidad a la del perro. Aun al ser sexualmente maduro, necesitaba a un super-padre, alguien que resultase tan impresionante para él como él so es para su perro y encontró la respuesta inventándose un dios; en la figura masculina como Dios Padre y en la femenina como Diosa Madre, e incluso una familia entera de dioses que pudieran protegerle, castigarle y obligarle a obedecerles. Se dirá que esta misión la podrían realizar los padres auténticos, pero ocurre que el hombre necesita ver a su protector com alguien más alto y fuerte que él mismo y en la familia normal esto ocurre sólo en los primeros años de la vida; al llegar a la mayoría de edad, el hijo no sólo es generalmente más fuerte y alto que sus padres, sino que también es capaz de precrear, con lo que la imagen potente ha disminuido en categoría; mientras, allá arriba, los dioses siguen siendo inmensos y capaces de hacer lo que nosotros no podemos.
En tercer lugar, a los sacerdotes les ayudó la facultad del hombre de cooperar con sus semejantes, cooperación que se inció cuando la caza les obligó a trabajar juntos; esa cooperación necesitaba, aparte d la unión física, una inteligencia compartida, un conjunto de ideas con que servir a la empresa. Pero ¿cómo conciliar esa inteligencia, que siempre es individual e inquisitiva, con la obediencia ciega que necesita un jefe para que le sigan? La respuesta fue inventar un superjefe, la figura de un dios qque absorbiera la fe necesaria para actuar disciplinadamente, mientras la mente humanda quedaba libre para cooperar inteligentemente los unos con los otros.
Estos tres factores básicos para promover la figura de un dios y el comportamiento religioso se complementan con la ceremonia, que tiende siempre a ser impresioante y complicada en casi todas las religiones, tanto como demostración del poder de dios, que puede dominar y hablar con la muchedumbre en un momento determinado, como para forjar una unión social basada en una creencia común.
...Y como los dioses son gigantescos, necesitan unas casas gigantescas para encontrarse con sus seguidores. Si un astronauta de otro planeta volara por primera vez sobre el nuestro, descubriría asombrado que en cada ciudad o pueblo hay unos edificios mucho más grandes que las casas normales, sobre las que se destacan.
Una inspección más detallada mostraría que esas casas de los dioses -iglesias, sinagogas, mezquitas- tien la curiosa característica de que sus dueños nunca están allí. Sus devotos acuden a ellas y se inclinan reverentes ante su imagen, pero ellos penmanecen invisibles...
Realmente, el hombre es una especie animal muy imaginativa.
Autor: DESMOND MORRIS, El Hombre al desnudo, Comportamiento Religioso, 1977 © - Muy interesante 1986.